Por una Teologia renovable, una fe cristiana des-institucionalizada y una política justa, desde la Pandemia.
Si algo positivo estoy rescatando del COVID19 es el poder de-constructor que está teniendo sobre la teología y la fe cristiana, no así en lo político.
La teología esta gozando de la gran oportunidad de salir de sus torres de marfil academico para caminar con las comunidades sufrientes y esto les proporciona una Teologizacion más humana y más encarnada en las verdades que están atravesando la gente del pueblo. Quizá de esta manera sus propuestas pasen del, ¿qué hacer al, cómo hacer?
Las experiencias de los miembros de la comunidad de fe, las experiencias de los sobrevivientes del COVID -, y la praxis de ministros, pastores, sacerdotes entre muchos más, que están en el valle de la muerte con el pueblo están proveyendo datos, insumos orgánicos para nuevas reflexiónes y posturas teológicas.
Esta pandemia está obligando a mucho de la teología a replantear y reconvertir las concepciones que establecieron como verdades absolutas con el evangelio del dolor y la vulnerabilidad del humana.
La fe Cristiana en absolutamente todo a sido debatida con el COVID19, los sacramentos institucionales de elitista oficio, se salieron de sus manos para llegar a las cáyosas manos de obreros, de madres solas y de gente común, recordando el principio médular de la laicidad.
Los templos considerados casas únicas de contacto con Dios, los cerraron y las chozas humildes con olor a leña quemada e iluminadas con candelas son ahora en muchos lugares, espacios donde la presencia de Dios se deja sentir.
La voz de los caudillos de las experiencias místicas han quedado avergonzadas, porque sus profecías y declaraciones no han podido exterminar al letal microscópico virus. Hoy muchos están escondidos ante su propio ego humillado.
La fe cristiana está siendo purificada, y ha iniciado una esperanzadora transición hacia la libertad de la burocracia institucional, hacia la laicidad, camina pujante a la vivencia inclusiva de la solidaridad y hermandad.
La sinodalidad está tomando auje y cada día más se fortalece la verdad de que en el camino tenemos muchas otras voces y espiritualidades que al exponernos y al escucharles, nos liberamos de prejuicios y nuestra fe crece desde la dimensionalidad de un Dios que diversa su presecialidad.
Y en lo político, anhelo que esta la crisis obligue a suspender los intereses partidistas para y abordar lo existencial. Aunque no creo posible, esta más que demostrado que son capaces de levantar curules sobre los cadaveres del pueblo.
Me decepciona pensar que este pulpo poderoso de la politiquería no se enfermó de COVID, todo lo contrario la pandemia ha sido politizada y por supuesto que industrializada.
Ya en mi país está iniciando las campañas electorales para el congreso y presidencia, ante lo cual los partidos están a la espera del pastel de recursos económicos para salir ante la opinión pública a la conquista de las emociones fragmentadas de la ciudadanía.
Es tan despiadada esta forma de hacer política que en mi país existe un caso particular que esperan que el COVID19 haya producido en la memoria del pueblo la pérdida de recuerdos al poner en la palestra a uno de lo políticos corruptos de la historia. Y, por supuesto también están los mesías que entre todos intentarán crucificar al otro con tal de llegarse a la silla del poder.
En conclusión espero que los efectos que considero como pedagógicos del COVID19 se puedan sentir en todos los ecosistemas de la sociedad y esto provoque el surgimiento de teologías y Eclesialidades más encarnadas con las vivencias humanas, que respondan a los, cómo, que las comunidades necesitan.
Que se silencien para siempre las voces falsas de mercaderes de la fe y se levanten los laicos empoderados en el Espíritu Santo para que desde casas pastoreen comunidades y los templo se conviertan en encubadoras prácticas de transformación humanistica.
Déjame tus observaciones. Gracias por leer
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