Una mirada a la integralidad del sacrificio de Jesús, sirviendo y amando sin importar las implicaciones
Cuando de amar se trata, nada será suficiente
No cometan el error de no apreciar el evento de la pasión y muerte de Jesús únicamente centrando su atención en lo sacrificial y penitente del siervo sufriente de la cruz, porque existen detalles que hablan de la integralidad de la obra redentora de Jesús en los previos; la noche anterior o la última cena, que dejan impreso el sentido real de misión de Jesús. Dejarlos de lado limita la total dimensión del evento más importante de la realidad humana/cósmica.
“Habiéndoles amado y les amó hasta el fin”.
Nunca son suficiente nuestras maneras de amar a los demás, siempre existirá algo más por hacer, para Jesús implicó hasta la muerte misma. No nos cansemos de hacer el bien. Jn 13:1
Juan 13:2. El diablo ya había tentado a Judas para la traición, Jesús, en total conocimiento de esta verdad, no permite que la afectación emocional le limite en su programa de la noche, más allá de eso, se muestra amoroso con todos y con Judas.
No podemos tener exclusividades o preferencias al servir, se ama y sirve hasta quien nos traiciona o vende.
Sabiendo que Dios le había dado todo poder y autoridad, Jesús no presume de esto, no escapa de la hora final, pudo haber escapado de esta etapa dolorosa, pero renuncia a todo poder, autoridad y nombre para someterse a la peor de las humillaciones, la de un esclavo.
El heredero de Dios, se presta a lavar pies. En el hoy, ¡cómo nos hemos perdido!; tenemos a muchos usando el poder, fama, gloria que la sociedad les da, sin nunca antes haber lavado pies y peor aún, no conciben el lavatorio de pies como un herramienta ministerial. *El detalle del lavamiento de pies.*
Esta actitud de Jesús a los pies de sus discípulos, pulveriza la idea de Dios “Señor Soberano Todopoderoso” al que hay que servir con obligatoriedad en función de evitar su castigo.
Jesús hace presente a un Dios que no actúa como dueño celeste sino como servidor del ser humano. Dios está a favor de cada hombre no imponiendo su voluntad desde arriba sino trasformando al ser humano desde abajo, desde lo hondo del ser humano y levantándole a su mismo nivel.
Toda dinámica de poder, sobre todo el ejercido en nombre de Dios, es contrario al mensaje de Jesús. Ni siquiera el deseo de hacer bien al otro, puede justificar ponerse por encima de los demás para violentar.
Lavar los pies era un servicio que normalmente solo hacían los esclavos. Jesús quiere manifestar que él está entre ellos como el que sirve, el esclavo que se somete al beneficio del otro y otra para amarle.
Esto es lo que había hecho Jesús durante toda su vida, pero ahora quiere hacerlo mediante un acto irreprochable, lavando los pies a sus doce, el cual no deja lugar a la duda.
Interesante que Judas no rechaza que Jesus lave sus pies, lo acepta aún sabiendo sus maquinaciones perversas, la lección es para nosotros, lavemos los pies incluso de quienes se declaran nuestros enemigos.
La verdadera grandeza humana está en parecerse a Dios que se da sin condiciones ni reservas. Todo ser humano, también Jesús, es un proyecto que tiene que ser llevado a la realización completa. Esa plenitud a la que puede llegar, está marcada por su capacidad de darse a los demás.
Por supuesto que está la última cena, con todo lo que implicó compartirla con sus amigos íntimos como con sus dos traidores. ¿Servirías la mesa para tus traidores?
Jesús toma un pan y mientras lo parte y lo reparte les dice: esto soy yo, estoy aquí para partirme y repartirme, para dejarme comer, para dejarme masticar, para dejarme asimilar, para desaparecer dándome a los demás. Yo soy sangre (vida) que se derrama para todos, que llega a todos, que da vida a todos, que saca de la tristeza y de la muerte a todo el que se deja empapar por esa Vida.
Las palabras finales son muy importantes. Jesús no dice que repitamos el gesto para “conmemorar” el hecho, sino para que tomemos conciencia de su significado y vivamos lo que él vivió.
El cuerpo de Jesús sobre la mesa nos debe recordar que es su cuerpo el que es ofrecido, no el nuestro como para que lo monopolicemos a nuestra preferencia, gustos y prejuicios.
Con demasiada frecuencia exclusivisamos el sacrificio de Jesús, solo para unos y no para todos. Jesús da su cuerpo y su sangre hasta quienes esa noche le entregarían.
El mirar la totalidad de la escena sacrificial de Jesús, por supuesto quedan muchos detalles que evito en este artículo para no hacerlo muy extenso, nos deja claro que ser un seguidor de Jesús tiene implicaciones de extrema humillación, entrega y de vaciarnos totalmente en función del servir a los demás.
Liberémonos de todo cuanto nos hace sentirnos grandes, poderosos, famosos. Lancemos nuestro ego a la tina con agua y con la toalla de nuestro carácter lavemos pies. Sirvamos la mesa e invitemos a todos incluso a quienes mal nos hacen, sigamos a Jesús en su ejemplo de amor y entrega.
Ahora, si al final de todo debemos morir, hagámoslo sin habernos reservado nada en el ejercicio de amar y servir.
Pido tus comentarios y que lo compartas con muchos más.
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