Toda liturgia desvinculada de manifestaciones de justicia y misericordia, es abominación a Dios.
Los anfitriones de la reunión vestidos de azul guían a la gente a sus sillas, algunas son preferenciales y otras se escogen a conveniencia del ocupante.
Los pisos huelen a desinfectante de lavanda, el grupo musical llegó desde hace dos horas para estar totalmente listos para entregar el mejor producto a la concurrencia.
La jefe de piso corre, dejando el eco de sus tacones número dos y con su intecomunicador le pide a todos los voluntarios que no pueden perder de vista sus ademanes (señales que dan luz verde a todas las imágenes y videos que esa mañana deben proyectarse.)
Gran movimiento en los parques, los servidores corren de un lado a otro ordenando todos los vehículos que llegan y el hermano Pedro se ha enojado
- Yo acomodo mi Land Rover 56 como se me da la gana, insiste Pedro
- Hermano Pedro, comprenda que es por orden y beneficio de la iglesia que pedimos su ayuda, no olvide el buen vecino que nos denunció y Pedrito, aquí nos vigilan. Le habla muy pacientemente el encargado del orden en el parqueo
- Está bien, responde Pedro, como usted diga. Tomando su Biblia sale de su carro dispuesto a alabar a Dios
El culto inició, todo a la perfección, la gente está disfrutando de lo que esa mañana se preparó, el pastor ha invertido según dice, 17-20 horas en su prédica.
Recién inicia su conferencia, algunos receptivos, otros no tanto, para un grupo importante este será un culto más que les ayudará a limpiar sus conciencias de lo vivido en la semana.
Lo mejor de todo, la casa(templo) está llena y eso es, un éxito, “por favor tomen fotos para las redes sociales, debemos mostrar el crecimiento de la iglesia”, a dicho la jefe de piso.
Simultáneamente, a unas cuantas calles de allí, está tirado en el piso un indigente, maloliente, lleva meses sin afeitarse, desnutrido, en pleno abandono, es de nacionalidad norteamericana, con su español muy particular intenta comunicarse con sus compañeros de suelo, como también pedir limosnas.
Tiene sus piernas lisiadas, por una paliza que le dieron unos policías porque estaba queriendo refugiarse en la catedral de la ciudad en una noche de lluvia.
De repente le aparecen cuatro muchachos a su lado con una bolsa de pancito fresco que su aroma despierta todas las hambres de quien lo huela, se mezcla con el olor a cafecito..
- Buenos días Señor ¿cómo estás? Le preguntan estos cuatro personajes
- No estoy bien, me duelen las piernas y casi muero de hambre
- Aquí le trajimos algo de comer. De una como animal hambriento se lanza sobre la bolsa con el pan, al que devora sin compasión, migajas de pan quedan en su barba colgando mientras bebe su cafecito caliente.
Ellos miran la escena, se dicen— no podemos dejarlo aquí, esta muriendo, hagamos algo nosotros —
—- Uno responde airoso, llevémoslo a algún lugar donde lo puedan sanar y cuidar, el pobre está muy mal
Otro propone, - ya sé, Llevémoslo a la iglesia que está por donde yo trabajo, allí dicen que Jesús- Dios está, y Sí El está, nuestro amigo tiene esperanza.- Termina su propuesta personándose.
Sus compañeros afirman con esperanza la sugerencia
- Señor, Señor, ¿quiere que le saquemos de este lugar? El pobre moribundo, levanta su cabeza les mira y con lágrimas corriendo sobre su sucia cara, les grita—.Por favor sáquenme de aquí, quiero morir en algún otro lugar que no sea este basurero.
Entre tanto la conferencia en la iglesia, está siendo escuchada atentamente, todos han cantado las más románticas canciones con brazos en alto. La Señora dueña de la finca, que se llama La bendición se escalofrío, “aleluya tu estas aquí Señor”, por cierto no le da garantías sociales a sus peones, todos extranjeros.
— Dios te amamos— Nosotros tu pueblo te adoramos—
Una canción favorita es la que todos gritan “heme aquí, yo iré Señor, Llevaré tu gloria a las naciones.” Que alegría se vive esa mañana en el templo de la iglesia
El pastor efusivamente está dejando bases bíblicas acerca del trabajo de la iglesia en su comunidad, del necesario acercamiento a los más necesitados, molestan sus palabras a los adinerados, al pedirles que deben ser generosos con sus finanzas.
Por momentos, algunos se emocionan de la convocación de Dios, algunos están murmurando la propuesta, su fidelidad a los cultos termina siempre en un cuestionamiento de todo lo vivido en esas dos horas.
Que dicha que los ventanales del templo, muestran los bellos jardines y algunas aves, lo que es el elemento distractor preciso para evadir las demandas del evangelio
Mientras tanto, en la calle, en el basurero, los cuatro cargan en una camilla de tablas que hicieron al estadounidense abandonado, comentan entre ellos, “¡Qué Chevere!, ahora si que estará bien este amigo, de seguro lo cuidarán muy bien, afirmó el de asentó caribeño.
- Por supuesto, los que asisten a ese lugar siguen a Jesús y que yo recuerde, eso era lo que Jesús hacía, amaba, servía y ayudaba a los más necesitados. Afirmó el de color negro, con un acento medio francés o algo parecido.
Hacen un alto en el camino, para descansar, el indigente les mira, sin palabras les sonríe con lágrimas de esperanza.
Entran los cuatro al parqueo de la iglesia, se asustan de ver tantos vehículos al parecer está lleno el templo, susurran todos.
El amigo lisiado reconoce algunos carros, mueve sus dedos flacos con uñas negras de mugre señalándolos, “Los dueños de esos los conozco, yo les pido en el semáforo y cuando me miran cierran las ventanas. Aquel carro rojo, una noche de lluvia estaba yo en una esquina y me miró, y aceleró su vehículo y me bañó con el agua de los desagües, esa noche me fui a la catedral a refugiarme y los policías me dieron con sus palos”
A la puerta están los servidores de culto que al ver la escena se escandalizan,
¡Deténgase!, no pueden entrar! el pastor está predicando y además, todas las sillas están ocupadas, no hay campo para más gente, hoy tuvimos un día bendecido, el templo está lleno”
- Pero, no pueden impedirnos ingresar, traemos a este pobre hombre muriendo y sí Jesús está en este lugar, el lo sanará y ustedes en este grande lugar lo pueden cuidar.
La predica termina, y se escucha nuevamente la canción favorita, preparada para esa día “Heme aquí Yo iré Señor”
- Señores por favor váyanse, la gente de la iglesia está por salir y de seguro se quejarán ante la auditoría de cultos si miran a este indigente en estas condiciones aquí, además ustedes parecen extrangeros y aquí todos esos y esas vienen solo a hacer daños.
Los cuatro abandonan el lugar, decepcionados pero con un nuevo amigo al que decidieron cuidar y servir.
El estadounidense al pasar de unos días les preguntó, “¿porque ustedes hablan tan raro? “
Los cuatro responden “Hermano es que somos extranjeros, somos de Venezuela, Nicaragua, Haití y un costarricense.”
Saquen sus propias conclusiones, Templos llenos, Liturgias desvinculadas de la justicia social, Un indigente nativo del imperio del norte, Cuatro extranjeros sin nombre, que renuncian a sus diferencias culturales por servir a otro que representa un país enemigo.
Comentarios