La soledad y el dolor son compañeros constantes de muchos líderes religiosos, especialmente pastores. En medio de las expectativas de sus congregaciones, estos líderes a menudo luchan solos con la angustia y el desaliento, mientras intentan mantener una cara alegre y motivada frente a sus feligreses.
La presión para que todo salga bien, para liderar con claridad y proporcionar la visión adecuada, a menudo parece aplastante. Y mientras la congregación espera ver una iglesia florecida, nadie parece estar allí para apoyar al pastor cuando más lo necesita.
Los pastores pueden recibir aliento y agradecimiento de vez en cuando, pero a menudo es insuficiente para contrarrestar el dolor y la angustia que sienten en momentos difíciles. La vida del ministro puede ser solitaria, incluso dentro de su propia familia, ya que la entrega y el sacrificio que se requieren a menudo son difíciles de comprender.
A pesar de todo esto, los pastores continúan sirviendo y liderando. La batalla interna que enfrentan les da forma y les permite desarrollar el carácter necesario para liderar con fuerza y resiliencia. Este carácter se forja en el desierto de la angustia, el quebranto y la soledad.
No hay respuesta fácil para las noches de dolor y la necesidad de un abrigo emocional. La vida de un líder y pastor puede ser solitaria, llena de lágrimas, angustia y momentos de soledad. Pero la capacidad de encontrar gozo y celebración en medio de todo esto es lo que marca la diferencia. Los pastores lideran no solo a través de sus palabras, sino también a través de su ejemplo y su carácter.
Por lo tanto te invito a reflexionar en lo siguiente.
Cuando estamos solos, corremos el peligro de ahogarnos con nuestras propias palabras, historias, fracasos y tentaciones. Al no tener a alguien con quien compartir nuestras debilidades, problemas y frustraciones, nos sumergimos en situaciones donde un buen amigo podría comprendernos sin juzgar y darnos consejos sabios para salir del pozo.
Cuando estamos solos, huimos sin saber a dónde vamos, como le sucedió a Elías. Lo primero que hizo fue alejarse de su propósito, llamado y liderazgo. Estoy seguro de que, si hubiera tenido un amigo a su lado, esto no habría ocurrido.
Huir es lo más cómodo, pero no soluciona nada. Tarde o temprano, tendrás que enfrentarte a esa Jezabel, porque cuando menos lo esperes, aparecerá en tu camino.
El aislamiento es la trampa más eficaz del enemigo para intentar destruir nuestro liderazgo. En las temporadas de soledad y aislamiento, somos más vulnerables y es más probable que caigamos en trampas o abismos de los cuales es difícil salir.
En algún momento de nuestras vidas, todos hemos sentido la necesidad de estar solos, y esto es normal. Todos necesitamos tiempo y espacio para la reflexión. Lo peligroso es cuando la soledad se convierte en algo permanente. Es ahí donde comenzamos a tener pensamientos equivocados y conductas riesgosas. Si estás en este punto, debes buscar una solución urgente.
A veces, la persona se aleja involuntariamente de su entorno social. Los sociólogos llaman a esto "aislamiento social". Es más común de lo que imaginamos y puede ocurrir en cualquier edad y con cualquier tipo de temperamento. Si tienes algún síntoma que indique que puedes estar pasando por esto, presta atención y busca ayuda cuanto antes. Vale la pena tomar muy en serio este proceso para salir victorioso.
Los solitarios huyen, mientras que aquellos que tienen amistades se mantienen en su propósito. No hay necesidad de liderar o ministrar en soledad. Reconozcamos que necesitamos amigos con quienes llorar nuestras derrotas y celebrar nuestras victorias.
¿Por qué te digo todo esto? ¿Por qué pongo como ejemplo a Elías? Porque quiero dejarte bien claro que le puede pasar a cualquiera. Ninguno de nosotros está a salvo de comenzar nuestro ministerio rodeados de personas y amigos y, de pronto, entrar en una etapa en la que preferimos estar solos, renunciando a tener amigos y solo prefiriendo tener criados (empleando la palabra criado en el contexto de la historia de Elías con Eliseo). Recuerda que, si le sucedió a Elías, también puede pasarte a ti. Mantente alerta y será más fácil salir de esta situación apenas comienza, evitando llegar al punto en que te encuentres totalmente solo.
Así que, si eres un pastor o líder que se enfrenta a la soledad y el dolor, ten la seguridad de que no estás solo en esa lucha. Hay otros que te entienden y, aunque no puedan ofrecerte el abrigo que necesitas en un momento determinado, pueden estar allí para apoyarte y orar por ti en tu hora de necesidad.
Personalmente, siempre he creído que es más triste no tener con quién celebrar nuestras victorias que no tener con quién llorar nuestras derrotas.
El aislamiento es la trampa más eficaz del enemigo para intentar destruir nuestro liderazgo
!Gracias por leerme, por favor déjame tus comentarios y comparte este articulo.
Comentarios