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Repensando la Plantación de Iglesias: Un Llamado a la Encarnación, la Autenticidad y lo Orgánico.

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La importancia de plantar iglesias en áreas no evangelizadas es un llamado urgente que surge de la Gran Comisión que Jesús nos encomendó en Mateo 28:19-20, donde nos insta a hacer discípulos de todas las naciones. Este mandato nos desafía a llevar el evangelio a aquellos que aún no han escuchado la buena noticia de salvación. Como expresó Charles Spurgeon, "El mejor lugar para pescar es donde todavía no se ha pescado". Es esencial promover espacios para el levantamiento de plantadores con una visión integral de la plantación, que no solo se centren en el crecimiento numérico de la iglesia, sino que también aborden las necesidades físicas, emocionales y espirituales de las comunidades a las que sirven. Como dijo el misionero William Carey, "Esperaré, oraré y esforzaré hasta que seamos verdaderamente victoriosos". Este enfoque holístico de la plantación de iglesias no solo transforma vidas individuales, sino que también impacta positivamente a las comunidades en su totalidad, reflejando así el corazón y el propósito de Dios para su creación.

 

       Sin embargo, aunque la plantación de iglesias es una práctica común en la comunidad cristiana, con miles de dólares invertidos en la reproducción de modelos y formatos que no siempre responden al modelo bíblico de ser y hacer iglesia. A pesar de los congresos y seminarios que señalan las deficiencias estructurales y la falta de efectividad en la iglesia, aún se continúan planificando iglesias que replican modelos obsoletos o los mismos que se critican. Esto nos lleva a cuestionar si realmente tiene sentido esta forma de plantación de iglesias y si estamos verdaderamente siendo fieles al llamado de Jesús.

I. La Replicación de Modelos Obsoletos:

     En muchas ocasiones, la plantación de iglesias se lleva a cabo en lugares donde ya existen iglesias establecidas, resultando en la creación de comunidades que ofrecen lo mismo que las iglesias vecinas. Ante esta realidad, surge la pregunta sobre el valor y la diferencia que aporta esta nueva iglesia a la comunidad. ¿Cuál es el beneficio comunitario de este modelo de expansión y conquista?

    En muchos casos, estas nuevas iglesias terminan siguiendo el mismo patrón de culto, predicación y reciclaje de miembros que se pasan de una iglesia a otra. Esto nos lleva a cuestionar si este es realmente el deseo de Jesús en los movimientos de plantación de iglesias. ¿Es este el modelo que refleja el evangelio de cambio y transformación?

 

II. El Peligro del Poderío Numérico

      Es preocupante ver cómo algunas organizaciones y denominaciones se enfocan en mostrar un poderío numérico en su plantación de iglesias, adoptando un modelo similar al de una franquicia. Sin embargo, las comunidades no necesitan más cultos o iglesias compitiendo unas con otras. Lo que realmente necesitan es la presencia auténtica y encarnada de los cristianos en sus problemáticas, compartiendo sus dolores, viviendo y sirviendo junto a ellos, y gestando soluciones tangibles, y quizá al final del esta convivencialidad comunitaria el lugar de reunión o culto tengan sentido.

III. La Importancia de la Encarnación, la Autenticidad y lo Orgánico.

      En el contexto de la plantación de iglesias, la importancia de la encarnación, la autenticidad y lo orgánico se manifiesta como pilares fundamentales para establecer comunidades vibrantes y relevantes en el mundo actual. La encarnación nos recuerda el ejemplo supremo de Jesucristo, quien se hizo carne y habitó entre nosotros, demostrando el amor de Dios de manera tangible. Esto nos desafía a encarnar el evangelio en nuestras comunidades, no solo proclamando la Palabra, sino también viviéndola en nuestras vidas diarias. La autenticidad es esencial para construir relaciones significativas y transparentes, tanto dentro como fuera de la iglesia. Como plantadores de iglesias, debemos ser genuinos en nuestro testimonio y nuestras acciones, mostrando al mundo una fe que se vive de verdad. Lo orgánico nos llama a cultivar un crecimiento espiritual que fluya naturalmente, permitiendo que las comunidades crezcan de manera autónoma y adaptativa, en lugar de imponer estructuras rígidas o modelos preestablecidos. Este enfoque pedagógico y desafiante nos impulsa a ser discípulos encarnados, auténticos y orgánicos, que impacten el mundo con el amor transformador de Cristo.

 

      La presencia de una iglesia, ya sea en forma de templo o lugar de reunión, solo tendrá justificación cuando se demuestre el amor práctico del evangelio a través de la predicación y las alabanzas humanizadas. Estas acciones deben ser los detonantes para la plantación de iglesias con nuevos creyentes que han sido contagiados por un evangelio de cambio y transformación.

 

En conclusión.

       Es necesario replantear los movimientos de plantación de iglesias y adoptar modelos más orgánicos y autóctonos que respondan a cada realidad. Los plantadores de iglesias deben pasar por procesos de desculturización y reseteo, abandonando las preconcepciones y paradigmas que arrastran y que pueden convertirse en semillas para modelos iguales a los que no funcionan.

    En lugar de enfocarse únicamente en el culto y la expansión numérica, los plantadores de iglesias deben sumergirse en la realidad de su vecindario, oler, tocar y conocer a fondo su comunidad. Solo a través de esta encarnación podrán definir los procesos adecuados para plantar iglesias de manera coherente y contextual. Es probable que lleguen a la conclusión de que el culto no era la necesidad principal para una evangelización auténtica y transformadora.

       La plantación de iglesias no es simplemente una tarea a cumplir, sino un llamado radical a encarnar el evangelio, a vivir auténticamente y a cultivar un crecimiento orgánico en el cuerpo de Cristo. Este desafío nos llama a salir de nuestras zonas de confort, a abrazar la diversidad de las comunidades a las que servimos y a confiar en el poder transformador del Espíritu Santo. Nos insta a rechazar el conformismo y la complacencia, y a abrazar una visión audaz de cómo Dios puede usar nuestras vidas para impactar el mundo que nos rodea. Que nuestra labor en la plantación de iglesias sea una manifestación tangible del amor y la gracia de Dios, llevando luz a las tinieblas y esperanza a los perdidos.

      ¡Que nos levantemos con valentía, confiando en que aquel que nos llamó es fiel para capacitarnos y fortalecernos en esta misión gloriosa!

 
 
 

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