No somos dignos de celebrar si no estamos dispuestos a emular.
La Iglesia puede cometer un grave pecado de omisión al celebrar en este día la resurrección de Jesús dejando de lado o invisibilizando los alcances de ese evento milagroso.
Jesús no resucitó para satisfacer únicamente el consumismo y la efervescencia emocional de las masas que vitorean "¡Él vive, Él ha resucitado!" este domingo de resurrección. A Jesús no le impresionan nuestros cultos tecnológicos y concurridos como consecuencia de la tumba vacía.
¿De qué habla la resurrección? Habla de perdón, esperanza, justicia, inclusión, empatía, acercamiento, misericordia, compasión, resiliencia, victoria sobre el anti-reino, regeneración social y ecológica, de subversión ante lo que oprime y denigra, humillación, encarnación, de evangelización contextual, de vida eterna y mucho más.
Hacemos un divorcio y no se si es intencional, entre la celebración y las implicaciones de esa resurrección. Para la Iglesia es más emotivo y hasta rentable conmemorar este evento con bombos y platillos que formar a sus miembros en extensiones humanas de los efectos de esa resurrección para sus familias y comunidades.
La gran pregunta es, ¿quienes hoy recordamos la resurrección, estamos viviendo, promoviendo y demostrando las consecuencias de la Cruz en cada espacio donde la muerte y dolor imperan?
Con profundo respeto te pregunto, ¿de qué sirve un grito de "¡ha resucitado!" si con nuestros estilos de vida eclesiástica e individual negamos que somos el resultado del siervo sufriente de la Cruz?
Nuestra sociedad no necesita más Via Crucis o más cultos de celebración. Nuestras comunidades necesitan mirar a quienes nos decimos ser cristianos, encarnar y vivir hasta las últimas implicaciones los efectos de ese milagro que es en sí mismo el sello incuestionable de nuestra fe cristiana.
La resurrección de Jesús es uno de los eventos más significativos en la historia del cristianismo. La tumba vacía es la evidencia tangible de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Pero esta victoria no es solo para nuestro propio beneficio, sino para el beneficio de toda la humanidad.
La resurrección de Jesús tiene implicaciones
que van más allá de la simple satisfacción emocional de una masa de creyentes.
La resurrección de Jesús habla de la justicia y la inclusión, como dijo Jesús en Juan 10:16: "Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor".
La resurrección de Jesús es el evento central de la fe cristiana y se encuentra en el centro de la predicación apostólica. Como dice el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios: "Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra predicación, vana también sería vuestra fe" (1 Corintios 15:14)
La resurrección de Jesús es uno de los eventos más significativos en la historia del cristianismo. La tumba vacía es la evidencia tangible de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Pero esta victoria no es solo para nuestro propio beneficio, sino para el beneficio de toda la humanidad.
La resurrección de Jesús tiene implicaciones que van más allá de la simple satisfacción emocional de una masa de creyentes. La resurrección de Jesús habla de la justicia y la inclusión, como dijo Jesús en Juan 10:16: "Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor".
La resurrección de Jesús es el evento central de la fe cristiana y se encuentra en el centro de la predicación apostólica. Como dice el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios: "Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra predicación, vana también sería vuestra fe" (1 Corintios 15:14).
La resurrección de Jesús no solo nos habla de
la vida eterna que nos espera después de la muerte, sino que tiene implicaciones profundas para nuestra vida presente.
Como cristianos, estamos llamados a seguir el ejemplo de Jesús en nuestro trato con los demás, buscando siempre el bienestar de los demás y promoviendo la justicia y la inclusión.
La resurrección de Jesús nos da esperanza de que el amor y la justicia triunfarán sobre el odio y la injusticia.
En resumen, la resurrección de Jesús es mucho más que un evento histórico o una celebración religiosa. Es el fundamento de nuestra fe y el llamado a vivir como verdaderos seguidores de Cristo, buscando siempre el bienestar de los demás y luchando por la justicia y la inclusión. Además, para dejar en claro el lugar de la mujer, es importante destacar que el anuncio de su resurrección fue transmitido a mujeres, dejando de lado el monopolio patriarcal de ser las únicas voces de Dios.
Como dijo el teólogo Reinhold Niebuhr: "La resurrección no es simplemente un milagro que sucedió hace dos mil años; es un milagro que sigue sucediendo en nosotros".
Y tú, que me estás leyendo, ¿estás siendo una extensión de los efectos de la resurrección en tus áreas de influencia?
Si la Iglesia no dinamiza, encarna, proclama y demuestra la tumba vacía en todos sus contextos, seremos simplemente aficionados emocionales de celebraciones anuales y, nunca discípulos de Jesús.
Déjame tus comentarios y, por favor compártelo. Gracias.
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