Solo a un Dios amarás y solo a Él servirás, uno de los mandamientos citado en el decálogo y que se mantiene transversalmente en toda la escritura y es Jesús quien lo ratifica y restablece de manera medular en su discurso y vivencia. (ReferenciasDt. 5,1-21 y Lucas 4,8)
La procura obediente de las comunidades de fe, en nuestros tiempos y por cumplir ese mandato, ha generado una creatividad diversa para amar, adorar y servir a ese Dios de la Biblia. Esto nos ha llevado a cometer grandes errores hermenéuticos, históricos y antropológicos en relación con la imagen, carácter, personalidad y misión de ese Dios bíblico. En consecuencia, los fundamentalismos se han asentado como el gran opio de la actual sociedad, lamentablemente, desde el seno de la iglesia, tanto evangélica como católica.
En lo político:
A principios del siglo XX muchas iglesias evangélicas veían a la política como algo terrenal y mundano, y creían que no era propio de ellos involucrarse en tal ámbito.
El avance de los fundamentalismos religiosos en América Latina amenaza las dinámicas democráticas en la región. Su discurso puede ser destructivo para la convivencia democrática y se consideran a sí mismos salvadores de la humanidad. Creen que gobernar es un mandato divino, y hacen todo lo que está a su alcance para lograrlo.
No es casualidad que la mayoría de los líderes de tendencia autoritaria que existen en el continente, tengan detrás de sí el apoyo muy fuerte de los pastores: Nicolás Maduro, en Venezuela; Daniel Ortega, en Nicaragua; Jair Bolsonaro, en Brasil; Jeanine Áñez, en Bolivia; Alberto Fujimori, en Perú, en su momento; y Donald Trump, en Estados Unidos.
Es interesante como la ordenanza bíblica de orar y obedecer a las autoridades de gobierno es una opción de preferencia para este sector fundamentalista.
En la democracia:
Uno de los problemas que se presenta para la democracia es la intención de estos grupos de imponer los valores religiosos y morales a un Estado que, a su vez, lo impone a todos los ciudadanos, cuyos derechos consagrados en las leyes y en la Constitución, se ven vulnerados ante tal situación.
Su influencia en las elecciones presidenciales es todo un movimiento semejante a como lo hacen los partidos políticos. La meta es la manipulación a través de discursos mesiánicos hacia un candidato evangélico. El problema se da cuando son varios candidatos evangélicos y todos son los redentores de la nación, ¿por cuál votará Dios?
La lucha por cambios en las instituciones que legitimen sus fundamentalismos es una guerra campal.
Un ejemplo elocuente fueron las elecciones del país del Norte, USA, en donde su actual presidente,impulsado por muchas profecías a su favor, como de su ya acostumbrada obstinación, se ha rehusado a declarar su pérdida electoral y ante eso habla de numerosos fraudes.
En lo eclesial:
Defienden una sociedad patriarcal, valores ultraconservadores y están en contra de la apertura de otras ideas que no sean las propias. Nunca entrarían a la casa de un Zaqueo, mucho menos sentarse en una tarde soleada a comer y beber con pecadores a las orillas de la plaza, al ojo y juicio del fundamentalismo religioso del momento, y nunca permitirían que una cuestionada mujer lave sus pies enfrente de un religioso, o quizá, como ya ha sido demostrado, lo pueden permitir en la comodidad de una cama de motel, donde nadie los mira.
Su absoluta renuencia a mirar la inclusión como una práctica del evangelio de Jesús, que provoca y se abre a encuentros transformadores con los más despreciados de la sociedad de su tiempo, con la mujer samaritana, con los leprosos, por ejemplo. Cualquiera que desee ser parte, debe llegar a sus templos, hacer la profesión de fe, (aceptar a Cristo) y de una vez firmar la aceptación de todas las demandas obligatorias de esa iglesia, la mayoría son verdades poco bíblicas,pero sí sagradas.
La enseñanza de un Dios patriarcalizado ha relegado a la mujer a ser nada o poco en la vida comunitaria de iglesia, ella pasa a ser una cosa para usos domésticos o misceláneos, y todo ese sistema es llevado a los hogares donde esa bravuconada termina siendo el gestor para abusos y muertes.
Es urgente despatriarcalizar la Biblia y a Dios.
En lo económico:
Es toda una industria y cuenta con todos los medios televisivos, radiales y de redes sociales para promocionar un mensaje triunfalista y de poder político (con muy buenas estrategias mercadotécnicas), el cual necesita el aporte económicode fieles (victimas inocentes) que se desprenden de manera voluntaria, o hasta coaccionados mediante declaraciones proféticas prometiendo multiplicación de dinero o sanidades, como también son manipulados mediante mensajes condenatorios, por si se niegan a dar sus dineros, todo con el propósito de sostener esos imperios de control, conquista y empoderamiento.
En época de pandemia:
Durante la pandemia, ellos se lanzaron a una abrumadora locura de desinformación, y con ello atacando decisiones de gobiernos que luchan por la atención, contención y, finalmente, neutralización de la epidemia.
He visto pastores diciéndole a la gente que irrespeten las medidas sanitarias, tildando estas de persecución, que el COVID19 es un castigo de Dios, que llegó el final del mundo, todo un terrorismo evangélico escatológico. Hemos visto iglesias promoviendo que la gente se abrace, se bese, que canten sin protección, que se reúnan en cultos. También he escuchado muchísimas teorías conspirativas del origen del virus, que la vacuna tiene un microchip, que quien se la ponga recibirá la marca del 666 y, por efecto, está condenado.
¿Es esto correcto? ¿Qué podemos hacer aquellos que no comulgamos con estas posturas?
Muchas imágenes de Dios figuran en estos formatos fundamentalistas, lo cual desde mi punto de vista, han diluido a Dios por dioses, porque cada expresión fundamentalista, en su mayoría, tienen su propia versión de Dios/dios.
Urge liberar a la Iglesia de esos dioses, es utópico, lo sé, solo un salmón logra su realización de vida yendo contracorriente, los movimientos neo pentecostalescada día toman más posicionamientos, y ellos son uno de los focos de contaminación más poderosos. Los fundamentalismos religiosos, en sus versiones cristianas -evangélicas y también católicas-, se expanden por el continente americano.
Pero lo que sí podemos hacer es que aquellos que estén de acuerdo con estas reflexiones que planteo en este artículo, vuelvan a la Biblia y la enseñen correctamente desde cada una de sus congregaciones. Para esto existen herramientas de ayuda, mentores disponibles o la misma voz de la comunidad de fe.
Al ser pastores con recursos limitados, usemos todos los medios posibles para dejar caer las semillas del evangelio y, pro activamente, cultivémosla para que algún día nos dé frutos de cambios.
La mejor apología es usar el amor, la tolerancia y acercamientos respetuosos, aun sabiendo que nuestra lucha no es contra la persona, sino con sus posturas, que detrás de un fundamentalista existen personas inocentes, víctimas de mercenarios de inteligencia que los han conquistado para sus fines.
El mejor ejemplo de las luchas contra este sistema fue Jesús, quien supo contraatacar desde el amor, la inclusión, la confrontación y la coherencia.
Un detalle personal:
Soy una víctima más del fundamentalismo en su forma mas extremista, al haber sido adiestrado a seguir normas, moralismos y reglamentos con los cuales podía ganar mi salvación y escaparme de las llamas del infierno, todas estas exigencias alejadas de la realidad humana.
Con base en esta experiencia inicié una Iglesia, con mucha pasión y con una honesta intención de hacer las cosas bien, en santidad y absoluta consagración, porque todos los que están/estuvieron bajo esos tentáculos lo hacen con sinceras motivaciones de agradar a Dios. Igual en mi caso, sin embargo, ese fundamentalismo empezó a hacer estragos con mi primera esposa y con mi hija mayor, a quienes sometí a ser ejemplo en su vestimenta, a cumplir con estrictas formas de ser y, ante todo, hacer. Obligué a mis primeras “ovejas” desde lo patriarcal, y desde ese escenario, defendíamos a toda costa que éramos dueños de la verdad absoluta en cuanto a Dios, doctrina y salvación, ¡cuánto dolor generé!
Los años pasaron, y producto de varios golpes, sufrí en mi ego religioso al exponer mi humanidad, la cual consideraba intachable y empecé a razonar en que quizá estaba equivocado. Más preguntas empezaron a dominar mis razonamientos: ¿En realidad somos dueños de la verdad acerca de Dios?
Decidí exponerme a otras voces, a otras formas dehacer cristianismo, me enfrenté a expresiones de espiritualidad en otros países que, al inicio, me parecieron una rotunda herejía. Me abrí arriesgadamente a conocer otras eclesialidades, escuchar otras voces y hacer sinergia pero que, para mi sorpresa, en ellas me encontré a Dios.
Aún continúo en una verdadera dinámica de de-construcción y construcción acompañado de la Iglesia donde sirvo como pastor, Comunidad Cristiana Shalom, de la cual me siento orgulloso por sus prácticas de inclusión, servicio y amor por todos y todas, como también de otras/otros, a los que Dios me ha acercado. No obstante, los desafíos siguen siendo muchos, la resistencia de otros pastores, el rechazo discriminatorio a mi hermandad con ministros católicos, las críticas que nos hacen por ser la Iglesia en donde todos son parte de nuestra misión, nos critican por todo lo qué hacemos por hermandad a la pastoral latinoamericana no porque para algunos todos estos esfuerzos deben llevarnos a establecer franquicias denominacionales de Shalom o ser proveedores de coberturas, demandar diezmos de las Iglesias. Lo hacemos todo por amor, porque lo que cuenta es el Reino de Dios.
Los fundamentalismos religiosos matan gente en otros países, usando personas para que, cargados de dinamita, se suiciden en defensa de sus credos. Por ejemplo, en el occidente, todos los domingos en misas y cultos, se cercena/aniquila la libertad de pensar, cuestionar. Como también se usa a la gente para financiar, promover y defender esas contrariedades al evangelio.
Las heridas causadas por la liberación de estos fundamentalismos inquisitivos no me desaniman en absoluto, porque soy revitalizado y conmigo somos inspirados a mantenernos liberados y de ayudar a que otros se liberen de ese dios que les metieron a la fuerza. En la Comunidad de Fe de la que soy parte, observamos personas acercase a Jesús desde los escenarios más diversos, como también disfrutamos de mirar en muchísimos lugares a Pastores que salen de estas esclavitudes y emergen valientemente con sus Iglesias a ser y hacer eclesialidades más integrales.
Ese dios que el fundamentalismo proporciona con tanto poder, de los medios económicos y hasta de los mesianismos políticos que tanto daño hacen a la Iglesia, necesita irse erradicando, en otras palabras, necesitamos liberar a esas iglesias de ese dios.
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