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La gracia de Dios bajo monopolios y políticas institucionales

¿Quien tiene el monopolio de la gracia y redención? ¿Quien decide quien se acerca a Jesús y quien le adora?

Déjame recordarte este acontecimiento, de seguro vos y yo nos sentiremos identificados en algún punto del camino narrativo.

-Con permiso ¿puedo entrar?- Dijo la prostituta

El guardián de la casa le responde -Mmmm no creo que puedas, nadie ingresa sin invitación-

-Comprendo que alguien como yo no pueda entrar pero me han dicho que el amigo de los pecadores llegó a esta casa y me gustaría darle un regalo ¿Será que pueden decirle que alguien le busca? No le quitare mucho tiempo. le traje un obsequio.

-Una vez más mujer, no puedes ingresar, eres inmunda y pecadora ¿Como te atreves acercarte a la casa de Don Simón? Vete antes que llame a la guardia.

-Por favor no llamen a la guardia, el otro día me encontraron y abusaron de mi, además me llevaron junto a otros hombres a la plaza para apedrearme porque según algunos había cometido adulterio, ¡tenía tanto temor de recibir esas piedras, no tenía a nadie que me defendiera! Además nadie lo haría soy mujer, lo peor es que quienes me acusaron eran los mismos que compraban mi sexo.

-¡Cállate Mujer! infamias dices, no eres sino una mentirosa pecadora, inmunda aléjate- Seguido que la empujaba contra el piso.

-¡No me pegues por favor! ya he recibido muchos maltratos y solo ese caballero que esta dentro de esa casa, me habló, miró y desafió de una manera que nadie más

lo había hecho, ¡sí tan solo pudiera acercarme y darle mi regalo!

-¿Qué clase de regalo traes mujer? - Arrebatándolo de sus manos

Ella le exclama por piedad-¡no lo rompas! es el resultado de mi trabajo

-¡Claro, de tu prostitución!- le gritó el guardia

Mientras todo esto sucede el conversatorio a lo interno de la casa se da sin que medien las mas mínimas atenciones de respeto para el invitado por parte de su anfitrión, quien negó lavarle los pies como culturalmente se exigía.

En un descuido del guardia la mujer irrumpe en la casa brincándose todos los protocolos de seguridad, como también de los obstáculos culturales que le privaban de acercarse al invitado de la noche y por supuesto de pararse en frente de los masculinos presentes.

-¡Señor, Señor, aquí estoy, te traje este regalo! No me preguntes como lo compre, pensé que te gustaría recibirlo, es todo lo que valgo.

-¡Saquen a esta pecadora de mi casa, es una deshonra tenerla aquí!- gritó el Señor de la casa, mientras el guardia corría para sacarla de sus cabellos y arrastrarla afuera de la casa. El invitado de la noche se pone de pie y con voz firme ordena que nadie toque a la mujer.

Sus amigos están presentes y un par de ellos murmuran al mirar el presente que aquella la mujer traía, afirmando que sería bueno que el invitado de la noche lo acepte para luego venderlo y darlo a los pobres.

Una sucia comercialización de la generosidad de una sufriente, con los sucios pensamientos ávaros de otros (igual a lo que hoy sucede, necesidades canjeadas por milagros con precio)

La mujer tirada en el piso atemorizada, llora esperando nada mas la furia, de repente el invitado se sienta y acaricia su cabeza, ella sin decir una palabra quiebra la vasija de alta valía posiblemente traída de tierras lejanas, y el perfume que traía queda sobre los pies polvorientos del invitado especial, no dice nada, solo llora y con sus cabellos seca sus pies.

En la silla del frente el Señor de la casa, murmura en su mente, ¿Que clase de profeta es este? si lo fuera sabría la reputación e historia de la pecadora que le besa sus pies.

El invitado le dice -¡Claro que sé quien es ella! pero también sé quién eres tú- e inició a narrarle la historia de una deuda saldada en la cual se desnudó lo miserable del juicio del Señor de la casa.

Seguidamente el invitado abre su boca diciendo..

-Mujer, te diré algo, lo que has hecho será notorio entre los siglos, entré a esta casa y su dueño no lavó mis pies como de costumbre y vienes tú y lo haces con tus cabellos y con tu caro perfume, es por ello que serás conocida como la mujer que adora con lo que es y con lo que tiene, quién decidió romper los esquemas del legalismo para darme un acto de adoración.

-¡Señor mío, es que me has perdonado mucho y por eso decidí darte todo lo que tengo! Le responde la Mujer

En conclusión.

Nadie, absolutamente nadie tiene el derecho de limitar tú acercamiento a Dios bajo ninguna normativa, tienes todos los derechos de estar con El, hablarle y sentir su amor.

Hoy existen muchos que a toda costa desde sus fundamentalismos y dobles morales, sesgan la sociedad entre quienes pueden y quienes no adorarle, mi pregunta es ¿Quién les dio el monopolio de la salvación y de la gracia de Dios para decidir quien adora a Dios?

Dios anhela comunidades de fe e iglesias donde se respire su amor inclusivo, donde se respire perdón y gracia, lejos de los legalismos y moralismos alejados de la realidad humana, donde todos y todas comprendamos que somos un proceso en continuo proceso.

Hoy miles sufren el desprecio inquisidor de iglesias que con sus prejuicios y rudimentos levantaron barreras frías donde un pecador esta limitado en acercarse a Dios.

Le propongo que sea parte de quienes en total reconocimiento de nuestra realidad humana destruyamos todas esas exclusividades y abramos lugares y momentos para que quien desee acercarse a Dios lo haga libremente.

No existen verdades bíblicas o imposiciones de ellas cuando se hacen tan solo, desde la interpretación profesional del texto alejados de la humanidad del sufriente.

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