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Los Desiertos y sus enseñanzas. Aprendemos o reprobamos

¡Desiertos! Un mar tranquilo nunca hizo un buen marinero.

Si algo tienen poderoso los desiertos es su poder transformador, entiéndase "desiertos' como los tiempos grises, de crisis, dolor, angustias y desesperanza. Esto es causado por varios factores, consecuencia de nuestras malas decisiones, afectaciones por otros y otras que nos ocasionan estas inclemencias y también son causados por las propias expresiones de nuestra humanidad imperfecta.

Parto del hecho de recordar que la graduación de Jesús para iniciar su hasta hoy poderoso mensaje restaurador, fue desde un desierto, siendo en el llevado a las tentaciones donde seria probado todo su ser integral, ¡los desiertos nos construyen pero también nos destruyen!

Muchos desean llegar al éxito, a la graduación sin pasar por estos momentos transformadores.

Me parece que vivimos seducidos por la idea de un bienestar ilusorio, una realidad paralela que nos lleva a creer que todo debería estar bien para poder ser felices. Pero pronto – o no tanto – nos damos cuenta de que a pesar de nuestros mejores intentos, se torna muy difícil lograr ese espacio que nos permita un disfrute permanente. ¡Estamos rodeados de “otros” que nos recuerdan lo frágiles que somos! ¡Las circunstancias cambian sin previo aviso! ¡Tomamos decisiones que luego nos complican la existencia! ¡Nos descubrimos débiles criaturas con ánimos inestables!

Cada tanto converso con personas que me confían cómo se sienten. Más de una me ha comentado su decepción al “salir a la vida” y encontrarse en medio de un “desierto”, significando con ello la sensación de sequía relacional, languidez emocional, agobio intelectual y soledad espiritual. Más allá de la obligada consulta que debería realizarse con un profesional de la salud, encuentro que el dolor de hallarse en dicha situación se magnifica por dos motivos: la imprevisibilidad de que algo así ocurra y la negación inconsciente de que también eso es parte de la existencia.

¡Claro¡ Nos preparamos para vivir a pleno y no hay nada de “malo” en ello. ¡Nadie planifica fracasos ni vislumbra un panorama sombrío para su futuro! Sin embargo, resultaría de gran beneficio si cada día añadiéramos una pizca de sentido común a nuestra rutina, ésa que nos permitiría anticiparnos y estar preparados para los momentos críticos, claro lo sé… no siempre se está preparado, pero sí podemos contemplar los' desiertos' como parte de la vida.

A nivel práctico, ¿qué podemos hacer? He aquí algunas ideas que surgen de la experiencia propia y ajena:

- Saber que los “desiertos”, “inviernos” o como deseemos denominarlos son escenarios más que posibles en nuestro desarrollo como personas. Lejos de ser negativos, se trata de ser previsores. Me gusta cómo lo expresa el cantautor uruguayo Jorge Drexler, en su preciosa canción “Soledad”: “Ya pasó, ya he dejado que se empañe la ilusión de que vivir es indoloro”.

- Vivir esa etapa, aunque duela es normal, intentar evadir el dolor y escaparse de las experiencias traumáticas. Pero en determinadas ocasiones, esa actitud nos puede privar del aprendizaje de importantísimas lecciones, sin mencionar la segura formación del carácter si obramos con sabiduría. En el libro de Eclesiastés leemos: "En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera" (7.14).

- Jamás darle lugar a la propia conmiseración. En otras palabras, ¡evitemos dar y tener lástima de nosotros mismos! Me alarma ver cuántos andan por ahí lamentándose por esto y por aquello, amontonando excusas sin enfrentar la realidad con una actitud madura. Anhelamos consuelo, deseamos el abrazo amigo, tenemos hambre de sentido. Pero que todo eso no nos sirva como justificación para evitar nuestra necesaria actitud de “tomar las riendas” y experimentar la maravillosa oportunidad de crecer.

Esto también incluye el no compararnos con los demás (-“Si yo tuviera lo que aquel tiene”, -“Si en mi casa hubiera tenido tal o cual cosa”, -“Si viviera en un país distinto”). ¡Basta!

- Otro consejo, no espiritualice su tiempo en el resort del desierto, satanizar es la salida del fanático no siempre el enemigo de la creación tiene culpa, trate de pasar con responsabilidad, indudablemente el invocar la presencia de Dios es vital. No compartas a voz en cuello tu dolor con muchas personas, lo he sufrido, confié en gente mis días desérticos y salieron luego a juzgar, criticar y hacer más duro el proceso. Es mejor permanecer como esclavo de tu silencio que víctima de tu hablar. Dios siempre traerá alguien con quien puedas abrir tu corazón.

-Has un inventario de la cosas que estas aprendiendo, tanto desde tu responsabilidad en lo que es pasando "culpa" así también, de las cosas buenas que estas aprendiendo. Este inventario te ayudara a no repetir estupideces y a implementar los tesoros del aprendizaje.

Para algunos los “desiertos” podrán resultar experiencias interiores que pasarán inadvertidas para el resto, porque alrededor todo aparentará “estar bien”. Para otros, implicará una serie de hechos externos que serán notorios y quizás generen una situación de aislamiento. Hay quienes enfrentarán muy pocas circunstancias así, mientras que para otros será una condición reiterada a lo largo de los años. ¡Así de variada es la experiencia humana!

Pero sea como fuere que la desesperanza o la frustración no logren conducir el timón que determine nuestro rumbo. Conocer, cultivar y responder en forma adecuada nos ayudará a cruzar los “mares” más tormentosos, atravesar los “desiertos” más áridos y sobrevivir a los “inviernos” más crudos. Hermoso saber que los desiertos desbaratan los dioses falsos que hemos colocado como benefactores de nuestros buenos momentos, dinero, materialismo, salud y cuando vienen los días grises de nada sirve una cuenta bancaria rebosante, de nada las propiedades, allí se caen todos los dioses y finalmente queda solo uno de pie, capaz de solventar nuestras necesidades.

No temas enfrentarte al desierto, no huyas de él, camina con esperanza… que mañana recordaras tus lágrimas del hoy y gozaras de saber lo que el desierto construyo en ti.

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