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Servilismo, manipulación y explotación dentro de la iglesia y ONGs

No se aman las personas, se usan.

Las palabras de un hombre de negocios que se acercó a pedir consejería:

"Roy, he caminado por muchas iglesias donde he sido visto y tratado como cajero automático... Los pastores me han manipulado para su beneficio".

En el extremo opuesto tenemos al pobre que no suma réditos a la vida de la iglesia, más bien es interpretado como una carga financiera. Un líder de otra Iglesia comentaba ante nuestro compromiso social como Shalom:

"¿Cómo es posible que ustedes hayan dado setenta casas, alimenten a cientos de personas, cuidan adultos mayores, y la mayoría de esas personas no van a la iglesia, ni aportan? Eso es un desperdicio de recursos que no va retornar nunca".

Un sistema de iglesia que solo procura el crecimiento como opción de rentabilidad es ajena a las realidades y necesidades de sus fieles como lo veremos en el siguiente testimonio de un miembro de una iglesia reconocida en Costa Rica:

"Pastor, estoy en una depresión terrible. Me siento tan culpable por no cumplir a mi pastor y mi familia amenaza con echarme de la casa porque dicen que yo solo estoy metido en los grupos de la célula y de los grupos de crecimiento. En la iglesia donde asisto nos exigen multiplicarnos en corto tiempo. No he tenido espacio, en años con mi familia para salir ya que estamos sujetos a las programaciones… Además debemos cumplir fielmente con los aportes financieros. La iglesia tiene como tradición “los encuentros” para los cuales nos piden vender. Muchas veces, a espaldas de mi esposa, he terminado pagando cuando no logro con el rubro. Aunque servimos en tales eventos, no estamos exentos de pagos. Pastor, estoy hastiado de la iglesia, allí me robaron la vida, salud, familia y hasta dinero”.

Los tres casos que he citado con brevedad describen lo que en muchas iglesias y organizaciones de orientación cristiana hacen con la gente que se les acerca.

En muchas de estas ONGs, con identifican cristiana, lamentablemente no reflejan el amor de Jesús que profesan ni muestran esos rasgos de justicia y ni propicia una condición acorde con el reino de Dios. Por el contrario en su afán desencadenan el abuso.

Ante esta realidad estamos llamados a cuestionarnos ¿Cómo tratamos a las personas que asisten a nuestras iglesias? ¿Les miramos como medios transacciones o esclavos (servilismo)? ¿Les usamos o amamos?

¿Evidencia tu iglesia y organización en el trato a sus colaboradores, voluntarios, clientes, beneficiarios, la de justicia, equidad, respeto, acompañamiento que el reino de Dios nos exige?

Estamos ante un Jesús que ha dado testimonio y nos ha revelado las formas menos nocivas de tratar con los fieles de nuestra congregación: amor, compasión, respeto, igualdad y sobre todo dignificar.

Sus acercamientos que hizo a los menos indicados proporciona una mirada tierna y transformadora; entrando en la casa de Zaqueo, tocando leprosos, interactuando con mujeres y en cada uno, desplegó su amor.

Por el contrario en muchas iglesias antes que brindar un ambiente de paz se somete a los fieles en régimen institucionales.

El primero, porque es el pez gordo a quien se le debe tratar bien y enviarle unas fotos de personas en extrema pobreza, para coaccionarle, lo cual es honesto cuando el interés principal no es el recurso del donante sino el abordaje que se da a partir de la construcción de relaciones significativas con esa persona.

Y el segundo, el beneficiario, es la víctima que obligamos a maquillarse de tal manera que guste a los intereses institucionales interesados en números que despierten los sentimientos más capitalistas y colonialistas.

Este mal trato que muchas ONGs dan a sus “clientes” produce en los beneficiarios corrupción, presiones por mostrar necesidades y resultados llevándoles a negociar sus valores por unos cuantos peces y panes.

Queda mucho por observar. A continuación les propongo algunos posibles acercamientos para superar las relaciones poco saludables:

1- Hacer un diagnóstico en nuestra iglesia u ONG con la pregunta a todos nuestros colaboradores, ¿Cómo se sienten? ¿Usados? ¿Como una “medio” de valía comercial?

2- Diagnosticar si las directrices institucionales o eclesiásticas que se trasmiten a las bases, van en contra de los valores del reino de Dios como la libertad, democracia, justicia, equidad, respeto, dignidad y amistad, es decir, vida plena.

3- Si encontramos impreso esas marcas de despotismo y maltrato, tener el valor de pedir perdón públicamente a nuestros grupos de trabajo.

4- Enmendar y compensar a aquellos servidores y colaboradores que han sido esta víctima. Darle vacaciones, una regalía en algún lugar de descanso, una cena con su familia o pareja, acercamientos para cultivar amistad donde no existan conversaciones de ministerios ni institucionalidades por ejemplo.

5- Replantear nuestra visión para eliminar toda dinámica de servilismo y malos tratos.

6- Delegar a alguien con madurez espiritual y sensibilidad para cuidar, pastorear a nuestros voluntarios, donantes y beneficiarios (por favor le pido sus aportes en la sesión de comentarios qué otras acciones son necesarias).

La mayor alegría que podemos experimentar es un ambiente de compañerismo reconociendo nuestra fragilidad. Desde esa lógica de cuidado mutuo y servicio al otro, llegaremos lejos ambas partes.

Los que han creído en nuestra organización para apoyarla con recursos, que pudiendo ser filantrópicos a título personal, abrazan lo que hacemos y sin ellos muchos no estaríamos donde hoy estamos, ellos merecen ser tratados no como cajeros automáticos, está también su fragilidad.

El beneficiario es quien le da identidad y gracias a ellos hacemos lo que nos apasiona, estamos simplemente al servicio del Reino de Dios.

Seguiré luchando y pido su ayuda para seguir haciendo esfuerzos que erradiquen todo maltrato a las personas que sirven, creen, apoyan y se benefician de nuestra iglesia e instituciones.

Si has llegado a este punto leyendo este artículo, te pido deja tus propuestas, observaciones y compártelo.

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